Capitulo 2:
Aparté mis recuerdos
de la cama y me tumbé mirando al techo. La pintura de desprendía de él, creando
una no muy agradable estancia. La puerta estaba rota y chirriaba, pero eso no
hacía que no fuera completamente imposible abrirla. Me tomaban por loca, pero
yo solo era una pequeña niña con problemas, lo único que ocurría era que lo
había pasado tan mal que ya prefería estar sola. Y así no volver a perder a
nadie. De vez en cuando se oían gritos en otras habitaciones, el orfanato era
el peor sitio para que una niña pasase su infancia. Mi pelo negro empezaba a
perder el brillo, mis ojos tenían marcas de las numerosas noches que había
pasado sin dormir. De vez en cuando conseguía olvidarme de aquella trágica
noche distrayéndome con las vistas del pueblo. Todas las casas eran muy
bajitas, y para pasar de un lado a otro había que cruzar un pequeño río que
dividía el pueblo en dos. Al fondo se veía un enorme castillo, que me había
fascinado desde la primera vez que lo vi.
Las ventanas de la
torre más alta estaban tapadas por cortinas, de vez en cuando se veía a alguien
rondando por la casa, había muchas leyendas sobre quién podía habitar aquel
castillo, lúgubre y tenebroso. Era la hora, no lo aguantaba más, debía huir de allí, como
fuese, como pudiese. Debía escaparme de noche, cuando nadie me vigila, por la
ventana de mi habitación. Acababa de trazar un plan perfecto utilizando
solamente unas sabanas y un colchón.
Llegó la noche y todos se fueron a dormir. Tiré el colchón
por la ventana y até las sabanas a la ventana. Me agarré de ellas y comencé a
bajar, de repente se desprendieron de la ventana y caí sobre el colchón.
Entraron en mi habitación por el ruido, aunque para entonces ya me había
escondido fuera del orfanato. Ahora tocaba sobrevivir hasta que se me ocurriese
que hacer con mi vida…
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